Entrenamiento: Cómo evitar que mi perro pida comida

17 de octubre de 2025

No te preocupes: con constancia, paciencia y refuerzo positivo, puedes enseñarle a tu perro a comportarse tranquilo mientras comes.

Si cada vez que te sientas a comer tu perro se te queda viendo con cara de “por favor comparte un poquito”, no estás solo. Es una escena muy común: miradas tiernas, patitas sobre la pierna, ladridos discretos o, en casos más insistentes, un verdadero “drama” en la mesa.


Aunque parezca inofensivo darle un pedacito de pollo o una galleta “solo hoy”, lo cierto es que estás reforzando un comportamiento que puede volverse un hábito difícil de romper


¿Por qué los perros piden comida?


Antes de corregir el comportamiento, hay que entenderlo. Los perros son animales muy inteligentes y observadores: si una vez piden comida y la consiguen, aprenden rápidamente que esa estrategia funciona.

De acuerdo con la American Kennel Club (AKC), la conducta de mendigar suele deberse a una de estas razones:

  • Aprendizaje previo: alguien le dio comida de la mesa y lo asoció con una recompensa.

  • Búsqueda de atención: algunos perros piden comida no por hambre, sino porque así logran que los mires o les hables.

  • Rutinas desordenadas: si no tiene horarios fijos de alimentación, pedirá cada vez que tú comas.

  • Aburrimiento o ansiedad: pedir comida también puede ser una forma de liberar estrés o llamar la atención.

La Royal Society for the Prevention of Cruelty to Animals (RSPCA) señala que los perros que viven en entornos donde los humanos comen frecuentemente cerca de ellos desarrollan la costumbre de “mendigar” porque confunden ese momento con una oportunidad de obtener premios o atención.


Errores comunes que refuerzan este comportamiento


A veces, sin darnos cuenta, somos nosotros quienes mantenemos viva la conducta. Algunos errores frecuentes son:

  • “Solo un poquito” de tu plato: aunque parezca insignificante, tu perro aprende que insistir da resultado.

  • Ceder ante su mirada: los perros son expertos en expresarse con ternura, pero no hay que caer en la trampa.

  • Comer con él cerca: si está junto a la mesa, el estímulo (el olor de la comida) es demasiado fuerte.

  • No tener horarios definidos: los perros necesitan rutinas; si su cuerpo no tiene un horario fijo para comer, su apetito se vuelve impredecible.

La clave es no reforzar la conducta ni positiva ni negativamente. Gritarle o regañarlo puede aumentar su ansiedad, y darle comida “solo esta vez” refuerza la costumbre.


Cómo enseñar a tu perro a no pedir comida


El entrenamiento requiere coherencia y práctica diaria. Aquí te explicamos una estrategia sencilla basada en el refuerzo positivo.


Paso 1. Ignora la conducta


Si tu perro empieza a pedir comida, no lo mires, no le hables y no lo toques. Cualquier tipo de atención (incluso un “¡ya basta!”) puede interpretarse como recompensa.

Mantén la calma y continúa comiendo como si no existiera. Al principio puede insistir más, pero eventualmente dejará de hacerlo.


Paso 2. Refuerza el buen comportamiento


Cuando tu perro se aleje o permanezca tranquilo, prémialo al final de tu comida.
Puedes usar una croqueta de su alimento o una golosina para perros. Lo importante es que
la recompensa llegue después del comportamiento correcto, no durante el error.

También puedes enseñarle comandos como “a tu lugar” o “espera”. Cada vez que obedezca y se quede quieto mientras comes, refuérzalo con calma y elogios.


Paso 3. Crea rutinas consistentes


Los perros aprenden mejor con estructura.

  • Dale de comer antes o después de tus comidas, a la misma hora todos los días.

  • Asegúrate de que su alimento sea nutritivo y suficiente.

  • Enséñale a quedarse en un tapete, cama o colchoneta mientras tú comes.

  • Si no puede evitar acercarse, puedes usar una barrera o puerta para delimitar el espacio.

Esto le ayuda a entender que el momento de tus comidas no es su momento de pedir.


Paso 4. Trabaja el autocontrol con ejercicios de obediencia


Los juegos y ejercicios de control de impulsos fortalecen la paciencia de tu perro:


  • Enseña el comando “deja” para que aprenda a soltar comida o ignorarla.

  • Practica “espera” y “quieto” antes de que coma su propio alimento.

  • Usa refuerzo positivo: cada vez que obedece, gana algo bueno (una caricia, una croqueta, un “¡muy bien!”).

Según la Asociación Mexicana de Médicos Veterinarios Especialistas en Pequeñas Especies (AMMVEPE), este tipo de entrenamiento mejora la comunicación entre el tutor y el perro, disminuye la ansiedad y previene conductas indeseadas como el robo o la mendicidad de comida.


Cuándo pedir ayuda profesional


Si tu perro muestra ansiedad intensa, ladra sin control o incluso se vuelve agresivo al no recibir comida, es momento de buscar ayuda. Un adiestrador canino profesional puede identificar las causas del comportamiento y diseñar un programa de modificación de conducta.

Los cursos de adiestramiento canino a domicilio en CDMX de Inteligencia Canina están diseñados para corregir este tipo de malos hábitos. Consulta este enlace para más detalles. 


Conclusión


Tu perro no pide comida por malicia; simplemente ha aprendido que esa estrategia funciona. Con paciencia, coherencia y refuerzo positivo, puedes enseñarle que la calma también trae recompensas.

Recuerda: un perro bien educado y tranquilo durante las comidas vive menos estresado y más feliz, y toda la familia puede disfrutar del momento sin interrupciones.

Y si necesitas ayuda, acércate a una escuela de adiestramiento canino: los especialistas pueden guiarte paso a paso para lograr una convivencia más armoniosa.



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Los perros, al igual que los humanos, pueden sufrir distintas enfermedades respiratorias que afectan desde la garganta hasta los pulmones. Algunas se desarrollan por bacterias y otras por virus o parásitos, y algunas son contagiosas entre los lomitos. Es importante reconocer los síntomas a tiempo y llevar a tu perro al veterinario lo más pronto posible para evitar complicaciones graves. Tipos de enfermedades respiratorias caninas y síntomas Tos de las perreras También llamada traqueobronquitis infecciosa canina, es una de las enfermedades respiratorias más comunes en perros que conviven en guarderías, pensiones o parques. Causa: generalmente una combinación de virus y bacterias, como el virus parainfluenza canina y Bordetella bronchiseptica . Síntomas: tos seca y persistente (similar a un “graznido de ganso”), arcadas, estornudos y, en algunos casos, fiebre leve. Gravedad: suele ser leve, pero en cachorros, perros mayores o inmunodeprimidos puede complicarse y derivar en neumonía. Gripe canina (influenza) La influenza canina es una enfermedad altamente contagiosa entre perros, aunque no se transmite a humanos. Causa: virus de la influenza canina H3N2 y H3N8. Síntomas: fiebre, secreción nasal acuosa o espesa, tos húmeda, estornudos, letargo y pérdida de apetito. Gravedad: en la mayoría de los casos es moderada, pero algunos perros desarrollan infecciones secundarias que afectan los pulmones. Neumonía en perros La neumonía es una infección grave de los pulmones que puede poner en riesgo la vida del perro si no se trata a tiempo. Causa: bacterias, virus, hongos o aspiración de vómito/líquidos. Síntomas: fiebre, dificultad para respirar (respiración rápida o agitada), secreción nasal purulenta, tos húmeda, decaimiento extremo. Gravedad: requiere atención veterinaria inmediata, ya que puede evolucionar rápidamente y causar complicaciones severas. Parásitos respiratorios Aunque menos comunes, los gusanos pulmonares también pueden afectar a los perros. Causa: parásitos como Oslerus osleri o Angiostrongylus vasorum , que se transmiten por contacto con heces infectadas, caracoles o babosas. Síntomas: tos crónica, jadeos, dificultad para respirar, pérdida de peso y, en casos graves, problemas cardíacos. Gravedad: sin tratamiento, los parásitos pueden dañar gravemente el sistema respiratorio y circulatorio. ¿Cómo prevenir estas enfermedades respiratorias en los perros? Vacunas actualizadas: protegen contra bordetella y la influenza canina. Evitar el contacto con perros enfermos: especialmente en guarderías, parques y pensiones. Higiene constante: limpiar camas, platos y juguetes para reducir la exposición a agentes infecciosos. Protección contra cambios de clima: evitar que el lomito duerma en lugares fríos o húmedos. Visitas regulares al veterinario: permiten detectar problemas respiratorios en etapas tempranas. Preguntas frecuentes sobre enfermedades respiratorias en perros ¿Cómo saber si mi perro tiene un problema respiratorio? Si presenta tos persistente, estornudos constantes, secreción nasal, jadeo o dificultad para respirar, es señal de que puede tener una enfermedad respiratoria. ¿La tos de las perreras se cura sola? En muchos casos leves, sí, pero siempre es recomendable consultar al veterinario para descartar complicaciones como neumonía. ¿Puedo contagiarme de la gripe canina? No, la influenza canina no se transmite a humanos, solo entre perros. ¿Cuánto tarda en recuperarse un perro con neumonía? Depende de la gravedad, pero con tratamiento adecuado la recuperación puede tardar de dos a seis semanas. ¿Se pueden prevenir los parásitos pulmonares? Sí, evitando que el perro ingiera caracoles, babosas o heces contaminadas, y siguiendo un plan regular de desparasitación. Conclusión Las enfermedades respiratorias en perros van desde molestias leves -como la tos de las perreras- hasta afecciones graves como la neumonía o los parásitos pulmonares. Estar atento a los síntomas, vacunar a tu lomito y mantener buenos hábitos de prevención puede marcar la diferencia entre una recuperación rápida y una complicación peligrosa. Ante cualquier signo de tos persistente o dificultad para respirar, lo más seguro es llevar a tu perro al veterinario de inmediato.
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El uso de chips en perros se ha convertido en una de las herramientas más efectivas para garantizar su seguridad y bienestar. Estos pequeños dispositivos, implantados de forma subcutánea, funcionan como una especie de “identificación digital” permanente que contiene un número único asociado a los datos de contacto del dueño. En caso de extravío, un veterinario o centro autorizado puede escanear al animal y acceder a la información necesaria para reunirlo con su familia. ¿Es moda tecnológica? Más allá de la tecnología, la verdadera importancia del chip radica en que brinda tranquilidad tanto a los dueños como a las autoridades encargadas de rescatar animales. A diferencia de collares o placas, que pueden perderse o ser retirados, el microchip permanece en el cuerpo del perro durante toda su vida, sin causar molestias ni efectos secundarios. Su instalación es rápida, indolora y segura, lo que lo convierte en un recurso confiable para la tenencia responsable. ¿Me ayuda en algo al entrenamiento de mi perro? Sin embargo, es fundamental aclarar que el chip no sustituye el cuidado ni el entrenamiento. Un perro con chip puede ser localizado después de un extravío, pero lo ideal es reducir al mínimo la posibilidad de que se pierda o se ponga en riesgo. Aquí entra en juego la importancia de un buen entrenamiento. Enseñar a un perro a responder a órdenes básicas como “ven”, “quieto” o “junto” puede marcar la diferencia en situaciones cotidianas: una puerta abierta, un paseo sin correa o un susto inesperado. La obediencia no solo refuerza el vínculo entre dueño y mascota, también protege la integridad del animal. Si necesitas ayuda recuerda que tenemos diferentes niveles y cursos preparados para ti . El chip y el entrenamiento, en conjunto, representan una estrategia integral. Por un lado, el dispositivo ofrece una red de seguridad en caso de que el perro se extravíe. Por otro, el adiestramiento actúa como una medida preventiva que disminuye la probabilidad de accidentes, peleas con otros animales o escapes. Además, un perro entrenado es más fácil de manejar en entornos públicos, lo que reduce el estrés tanto para él como para su familia. ¿Es obligatorio en México? En muchos países, la colocación del chip ya es obligatoria como parte de la regulación de animales de compañía. Esto refleja el reconocimiento de su utilidad, no solo en términos de identificación, sino también en la lucha contra el abandono y la sobrepoblación. Sin embargo, la responsabilidad última recae en el propietario. Implantar un chip y no registrar los datos de forma adecuada, o no actualizarlos en caso de mudanza, anula gran parte de su utilidad. En conclusión, el chip en perros no debe verse como una solución aislada, sino como un complemento dentro de un enfoque responsable de cuidado. Al combinarlo con un entrenamiento adecuado, el dueño no solo asegura la localización de su mascota en caso de pérdida, sino que también fomenta su seguridad, convivencia armónica y bienestar integral. Es una inversión doble: en tecnología y en educación, cuyo retorno es invaluable, pues se traduce en la tranquilidad de tener a nuestro mejor amigo protegido y preparado para convivir en un mundo lleno de estímulos y posibles riesgos.
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